Vértigo

Vuelvo a tener esa sensación. La sensación de estar atrapada. La necesidad de huir. No aguanto ni un minuto más aqui, en esta casa que no es la mía, con esta familia que me es extraña y con la que la palabra comunicación no va más allá de ver la tele juntos.

Mi vida está trazada. La decisión está tomada ya. Pero ni siquiera teniendo las cosas así de claras, habiendo andado ya el camino más difícil, soy capaz de hacerles ver que mi sitio no es éste, que no me voy por capricho ni por que no encuentre otra salida. Simplemente, es mi deseo. Y para no verlo, buscan mil excusas todos los días, organizan mi vida a mis espaldas, confabulando al margen de mis pensamientos, y volviéndome loca con salidas de tono que no tienen nada que ver con la realidad. No sé qué hacer. O más bien, no sé cómo hacer. Atrapada...

A veces casi me da risa, que la mayor dificultad que encuentro yo cada día sea precisamente la gente que se supone que está ahí para ayudar, para apoyar, para consolar. Y es que son ellos los escollos que intento evitar en cada duda, en cada decisión, imposible compartir nada con ellos ni hacerles llegar una mínima parte de mis actitudes ni mis pensamientos. Me ahogo...

Mañana me iré, y el lunes aceptaré un trabajo que me ilusiona y me saca de la apatía de últimamente. Ellos aún no lo saben... o no lo quieren saber. Ni siquiera preguntan qué tal la entrevista, ni nada. Las cosas no son fáciles, y yo no quiero disgustar a nadie, pero es casi imposible así. Círculo vicioso...

Estoy cansada de esperar que las cosas se arreglen. Veo que el tiempo pasa y no cambia nada, ni da la razón ni la quita. Cada uno vive un tiempo paralelo, un mundo paralelo, y cree solamente lo que quiere creer. Es hora de tener mi propio mundo, fuera de aquí.


Me ahogo...