14.10.04

Bonjour tristesse

Bueno... pues sigo en casa de mis paes. Algo tiene este lugar que me produce una inevitable sensación constante de querer huir. Cualquier sitio es bueno. Simplemente, esfumarme y no volver.

Y la verdad que luego lo pienso fríamente y tampoco es para tanto (ni mucho menos). No creo que exista una amenaza real por parte de nadie. Pero es la sensación que me produce, y que me lleva a estar constantemente a la defensiva, intentando protegerme no sé exactamente de qué... Supongo que veo peligrar altamente mi libertad, esa que no me he ganado sino que me ha sido casi impuesta, y que ahora se acaba momentánea pero dolorosamente.

O simplemente es que necesito aire. Aqui me ahogo. La rutina familiar me es a la vez extraña e innata. Y de pronto me veo inmersa en todos los errores y la incomunicación que he logrado con tanto esfuerzo desterrar de tantas otras parcelas de mi vida, pero que han sido mi asignatura pendiente todos estos años. Hay que ver... tan suficiente para unas cosas, y tan infantilmente dependiente para otras. Y la solución, que siempre pasa por callar, esquivar, y huir huir huir... irremisiblemente huir.

Creo que la razón se me llega a nublar con ese solo pensamiento. Solo busco poder mostrarme como soy, como quiero ser. Hablar, comprender, compartir, crecer... y aqui no hay nada de eso. No para mí, que no sé buscarlo. Aqui me es imposible renacer de mis cenizas una y otra vez. Y me da tanto miedo doblegarme, romperme como una vara rígida que no puede ondear flexible según el lado del que la mezca el viento...

Queda poco tiempo, dos meses o tres a lo sumo. Pero perder el tiempo, dejarlo pasar (que es peor que perderlo) no entra demasiado en mis esquemas. Y todo para intentar que mi marcha de los brazos de papa y mama sea menos traumática (para ellos). Supongo que es un precio pequeño, si de verdad sirve para algo.

Dicen que la paciencia es el don de la vejez... A ver cómo me apaño.


1 comentario:

Unknown dijo...

Me reafirmo: la familia cuanto más lejos, mejor.